El séptimo arte en palabras de Alizeth
- Alizeth Rodruiguez Parra
- 11 feb 2023
- 2 Min. de lectura
Mis pies sobre la arena, mis manos contra el viento andando en carretera, el sabor de una fruta fresca, bailar sola, abrazar a mi mascota, conversar con papá, perderse en el microcosmos de una novela de ficción y navegar en estado vulnerable para atravesar la cuarta pared.

Preguntarme a mí misma porque amo el cine es una búsqueda constante de una respuesta que quizá no tenga fin, encontrar sentido a esas cosas tanto grandes como pequeñas que disparan mis emociones supone una tarea de introspección digna de varias tesis; En esas aventuras vertiginosas de la mente me he cuestionado esa fascinación hacia el mundo del cine, la cual comenzó en los años más extraños de la vida del ser humano, la adolescencia, pero fue hasta el comienzo de mis veintes cuando realmente fue tomando forma y solo podía entender mi realidad a través de las películas, se convirtieron en aprendizaje, en compañía y muchas veces en un escape, pero sobre todo tomaron la forma de un confidente, pues, ellas a mí me han visto llorar, reír, excitarme, gritar de desesperación o gritar el sabor de la victoria, me han visto elegante, me han visto desaliñada, son como una amiga muy cercana.
Como entusiasta del cine, lo vivo, lo incorporó en mi mente y alma y se fusiona con mi cosmovisión y se vuelve una filosofía, experimentarlo no tiene una duración de dos horas, que es la media para la duración de un largometraje, la experiencia de visualizar una película se puede expandir en un ejercicio mental y muchas veces físico que puede durar de días a semanas, se convierte en un ansía por conocer más de esa historia, de esos personajes y todo lo que los rodea, su origen, su creación y muchos más porqués, es rehusarse a salir de esas imágenes en movimiento que cautivan tu ser.

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