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Hernán Cortés en el mural del Corredor del Palacio Nacional. El extremeño que descubrió“la mar del sur”.

  • Foto del escritor: Diego Aguirre Sánchez
    Diego Aguirre Sánchez
  • 28 ene
  • 5 Min. de lectura
En el imaginario que tenemos sobre la Conquista ocupa un lugar especial las representaciones artísticas creadas por Diego Rivera. Indudablemente, su obra mural ha servido para ilustrar la violencia, la crueldad y ambición desmedida de los conquistadores españoles. 1 No es exagerado pensar que estas concepciones sigan nutriendo el sentimiento antihispanista de soldados mal encarados y avariciosos que cargan bolsas de oro, destruyendo todo a su paso, sometiendo y explotando a los indígenas de forma inhumana. Una de estas visiones se encuentra en el célebre panel titulado La llegada de los españoles a Veracruz (1951) que sirve como remate a una serie de murales sobre el mundo indígena situados en el corredor del primer piso del Palacio Nacional. 2 En distintos planos [del panel] podemos observar la efigie grotesca de Cortés, con un cuerpo y rostro deformados como secuela de la ¿sífilis? Si bien, la obra riveriana en Palacio Nacional cuenta los horrores y crueldades que trajo consigo la conquista, interpretación del artista que no nos resulta ajeno a nosotros, si causa asombro la desmedrada anatomía que caracteriza al extremeño, pues anteriormente lo pintó apuesto, membrudo, ceñudo y cruel.

La idea de la historia en Diego Rivera.
Como nadie ignora en nuestro país existen dos corrientes ideológicas que se han convertido en una tradición: la liberal y la conservadora. Los liberales son partidarios de los mexicas y su caudillo Cuauhtémoc; de la insurgencia y sus cabecillas: Hidalgo, Morelos y Guerrero; de la Reforma y sus próceres: Juárez, Ocampo, los Lerdo etc. Contario con esta línea, los conservadores están del lado de España y del conquistador Cortés; de los realistas representados en Calleja e Iturbide; de los ultramontanos:

1 Itzel Rodríguez Mortellaro, “La Conquista en los murales de Diego Rivera”, en Noticonquista, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, 2019, https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2492/2477. [Consulta: 27 de enero de 2025]. 2 Allí vemos cómo la conquista militar, con complicidad de la iglesia católica, destruyeron el paraíso indígena.

Miramón, Márquez y Mejía, que sostuvieron el trono de Maximiliano. 3 En consecuencia, los progresistas han heredado de los liberales esa manera de concebir la Historia de México, la ven a la luz del materialismo histórico, la lucha de clases, los fenómenos de la producción y consumo, etc. Por esta razón, Diego Rivera, en palabras de Samuel Ramos: “[…] como hombre se ha comprometido en las luchas de clases […] y ha tomado partido en ellas militando en las izquierdas, ha llevado al arte sus convicciones ideológicas y ha hecho una pintura de tesis. Toda la obra de […] Rivera es la objetivación visual de una idea socialista encarnada en la historia de México […]” (Lacroix 1971, 54). Diego, heredero de esa tradición liberal y portador de una ideología progresista, plasma en su pintura mural su concepción de la Historia de nuestro país, exaltando a los personajes acordes con su pensamiento y ridiculizando a sus oponentes. Es decir, nos proyecta una Historia en todo su realismo: las crueldades de la conquista; la explotación del país y de sus habitantes; la situación de la población indígena, del campesino y del obrero; la injusticia de las invasiones extrajeras, etc.4

Se ha dicho que Diego pinta la cara fea de nuestra historia en un sentido demagógico, no obstante, esto no debe de extrañarnos en el pensamiento de Rivera, ya que él y su grupo pintan para el pueblo; la idea de una pintura mural era para ellos poner “el arte al servicio de los trabajadores”, “materializar un arte valioso para el pueblo, producir belleza que sugiera la lucha e impulse a ella” (Lacroix 1971, 54-55).

Los hallazgos en el Hospital de Jesús vs los hallazgos de Ichcateopan.

Entre 1944 y 1945 da comienzo Diego a los murales de los corredores del patio principal del Palacio Nacional. Decora un total de ocho paneles con el tema de la vida en la época prehispánica. El último panel [mencionado líneas arriba] lo dedica al episodio de la Conquista. Sin embargo, conviene preguntarse: ¿cuáles fueron las motivaciones e intereses que lo movieron para construir una nueva efigie de Cortés? Recordemos que el 24 de noviembre de 1946, fueron descubiertos en la iglesia del Hospital de Jesús unos restos óseos que, según la documentación existente, corresponden al conquistador. Por esas fechas, Rivera todavía no iniciaba el mural de la Conquista.
No obstante, el 26 de septiembre de 1949, la arqueóloga Eulalia Guzmán descubrió en Ichcateopan, Guerrero, unos restos óseos que atribuyó al último rey mexica,

3 Gurría, Hernán Cortés y Diego Rivera, 1971, p. 53.
4 Ibid., p. 54.

Cuauhtémoc. Por indicaciones de la secretaria de Educación, se creó una comisión y se rindió un informe en el que no se aceptaba la autenticidad de los objetos y documentos descubiertos, ni la de los restos humanos encontrados. 5
En consecuencia, se soltó una ola de ataques en contra de los miembros de esta comisión, acusándolos de traidores y hubo quienes exigieron que fueran fusilados por la espalda; entre los que pedían esto, estaba Rivera. Durante 1951, Diego pinta el mural de la Conquista, terminándolo en diciembre de ese año. Todo lo anterior influyó en el ánimo del artista para cambiar su manera de concebir a Cortés, pero según él, se inspiró en los estudios del doctor Alfonso Quiroz Cuarón y de la misma Eulalia Guzmán. En un apartado del diario Excelsior apareció una entrevista hecha por María Elena Sodi a Diego Rivera. En dicha entrevista declara que para pintar a Cortés se fundó en los estudios del doctor Quiroz Cuarón y de la señorita Guzmán. Respecto a esto, debo señalar que el doctor Cuarón, no conoció los huesos de Cortés, sino a través de unas fotografías, cosa que él y doña Eulalia reconocen en sus escritos.6
Pero no solo fue esta causa que influyó en Rivera para representar a Cortés de esa manera, el alboroto y las polémicas que había traído el hallazgo de los restos de Ichcateopan, revivió la vieja pugna entre liberales y conservadores, entre indigenistas e hispanistas, ya que cuando aparecieron los restos de Cortés nadie dudó de su autenticidad, mientras que a los restos de Ichcateopan se les negaba definitivamente. Es evidente que Diego estaba con la línea indigenista y esta disputa le llevó en buena parte a pintar un Cortés con todas las anomalías anatómicas reales o imaginadas, como una especie de venganza o rencor (Lacroix 1971, 67-68). Además, no dejó a lado que Rivera pintó a Cortés en forma tan desmedrada no solo como respuesta a esta pugna sino también con el fin de afirmar más aún el carácter negativo de la conquista y colonización española. Y así destruir el prestigio de que goza la figura histórica del conquistador en una parte de la población mexicana. He ahí la razón de su último Cortés. En el mural del Teatro Insurgentes, Rivera repite al Cortés del corredor de Palacio Nacional.

5 Gurría, Hernán Cortés y Diego Rivera, 1971, pp. 63-65.
6 Ibid., p. 66.


Bibliografía consultada.

  • Couto, Bernardo, Diálogos sobre la historia de la pintura en México, México, Fondo de Cultura Económica, 1947.
  • Gurría Lacroix, Jorge, Hernán Cortés y Diego Rivera, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas, 1971.
  • Ramos, Samuel, Diego Rivera, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1958.
  • Rodríguez Mortellaro, Itzel, “La Conquista en los murales de Diego Rivera”, en Noticonquista, Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), México, 2019, https://www.noticonquista.unam.mx/amoxtli/2492/2477. [Consulta: 27 de enero de 2025].
 
 
 

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